En esa ocasión voy a exponeros un trabajo (en 5 partes) de Lom (psicólogo educacional) que es una buena excusa para pensar estos días tan ”alegres” a la fuerza, tan “familiares” a la fuerza y que sin embargo están tan llenos de soledades y de lágrimas para quien está fuera del circuito comercial o social:
PRIMERA PARTE: Yo soy cada día siendo
Hace poco un amigo mío comentaba, refiriéndose a una actividad o afición no muy habitual o convencional (que realiza con su pareja) que si lo hacía era por dos razones: – Una, para soltar o drenar impulsos, emociones y necesidades no muy aceptadas socialmente (es decir, de las consideradas como rechazables o “condenables” en el orden establecido)
– y dos, por dar en los morros a los convencionalismos y apariencias rígidas y formales de una sociedad encorsetada que prima la imagen más que el interior…
No. No es un loco perverso ni un vicioso flipado. Ni un rebelde agresivo sin causa, un revolucionario o un utópico que vive en las nubes. Es simplemente una persona “normal”, con sus “neuras” personales , como todos, un padre de familia y esposo que a su vez le gusta pensar con su dosis de necesidad de reconocimiento y su sentido común. Y se ha dado cuenta que si no drenas esos impulsos especiales (o menos convencionales o aceptados) que surgen de tu interior aun sin comprenderlos acaban transformándose en algo peor o explotándote en las narices mediante las famosas crisis de edad o de identidad o mediante esos “vacíos” existenciales que surgen de repente sin saber exactamente por qué (o sin quererlo saber realmente).
Esto no sólo sucede con temas no habituales o más impulsivos. En muchas ocasiones el elemento emergente que nos lleva a esos vacíos es no aceptar tus impulsos y aspiraciones por muy aparentemente absurdas, condenables o poco prácticas o no convencionales que sean. Quiero decir que la mayoría nos dejamos llevar, no por nuestros verdaderos e íntimos deseos e impulsos, (por muy “raros” que te parezcan) sino por los establecidos socialmente. No trabajamos para lograr nuestros deseos e impulsos sino para responder a los impuestos por la sociedad. Digamos que hacemos o nos permitimos lo normal y reconocemos lo normal. Pero lo normal (eso que la mayoría hace) no siempre es lo sano. El que una inmensa mayoría haga las cosas de una manera no justifica ni otorga patente de verdad a ello. Hacemos lo que se dice que hay que hacer, encorsetados y sin llegar a ser conscientes de nuestro interior y lo que realmente queremos por miedo a salirse del tiesto, por miedo a ser distinto o a ser menos que….
Me viene a la memoria un estudio en el que se preguntó a un gran número de personas lo que era prioritario hacer, si trabajar para ganar mucho dinero o trabajar en lo que te gusta (libro “Vivir y ganarse la vida” de Mark Albion). Esta investigación en una escuela de negocios siguió la carrera profesional de mil quinientas personas divididos en dos categorías. Una los que decían que había que ganar mucho dinero para luego poder hacer lo que quiera una vez solucionado el problema económico (el 83% afirmaron esto. Unas 1250 personas del total). La otra es la de las personas que consideraban que en primer lugar había que hacer sus propios intereses y lo que deseaban y que el dinero ya llegaría (el 17% lo señalaron como preferente. O sea unas 250 personas del total). Al cabo de 20 años de los ciento uno “millonarios” contabilizados, cien estaban en esta segunda categoría . O sea, ¿ganar dinero para luego ser feliz o ser feliz y ya vendrá el dinero? Parece que debemos hacer mas oídos a nuestro interior mas allá de los convencionalismos no pensados pero establecidos socialmente. Pero no se trata de hacer sin más o dejarte llevar por lo que deseas sin mas ya que vivimos en comunidad y mi libertad depende también de la de los otros. Siempre se debe jugar entre mi libertad de hacer lo que me apetece y el compromiso con mis cercanos a los que también me debo.
Quede claro esto: no vivimos solos. No. Quede claro, ya que esta verdad matiza todo lo que se puede llamar libertad o libertinaje. La coordinación necesaria entre los conceptos de libertad para hacer lo que apetece y el compromiso para dar o compartir con el entorno me dio que pensar…. (Fin de la primera parte)