Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
m.edulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
(Quevedo)
Gracias Marga, ya ves que coincidimos muchas veces, por algo será.
Besos
Este soneto de Quevedo ha sido siempre uno de mis poemas favoritos. Amor y muerte son temas muy profundos y la forma de hablar de ellos, con esa rabia, con esa rebeldía, me emociona.
Me agrada encontrarlo en tu blog, seguimos teniendo gustos en común.
Un saludo. Marga