Leía el otro día en El Pais un completo artículo de Carmen Moran que titulaba «El feminismo abre la puerta a los hombres».
Ya ese título tan bien elegido merecía una lectura a fondo ¿verdad?
El movimiento feminista llevaba unos años de capa caida, cialis y no lo digo en el mal sentido ya que las mujeres de dicho movimiento han trabajado y siguen trabajando con ahínco para lograr la igualdad efectiva en esta sociedad. Sin embargo sí que había una cierta crisis, fundamentada en dos aspectos fundamentales:
Por un lado mucha gente se había subido al carro del feminismo sin en realidad ser feminista. No basta charlar en la calle diciendo lo poco que ganan las mujeres respecto a los hombres o lo malos que son los hombres maltratadores o que hay que decir jueza en vez de juez…para ya ser feminista. Es como si uno dice que no va a comer carne y con eso ya se llame vegetariano. No, el feminismo es una filosofía integral, mucho más profunda que esas expresiones que están de moda, muchas de ellas institucionales.
Los políticos, hombres y mujeres, se declaran feministas. Y eso está bien, que Zapatero se declare feminista, o que Ibarretxe popularice el «vascos y vascas» aunque sea en sendos mitines, es un avance. sin duda.
El artículo de Carmen Morán, del que me permito hacer un extracto resumido, trata de hablar de la incorporación de los hombres al movimiento feminista y la novedad es que lo trata desde la óptica de que dicha colaboración masculina, es, por fin, bien recibida en dicho movimiento al menos por la corriente mayoritaria igualitaria del feminismo.
Dentro del feminismo había (y hay) diversas corrientes, algunas de ellas eran contrarias a la incoproración de hombres al movimiento porque devaluarían dicho pensamiento y se corría el riesgo, por ejemplo, de que la lucha de las mujeres por la igualdad se convirtiera en algo «de hombres» una vez más.
Muchas feministas hoy en día han vuelto a pensar en que en estos momentos tan cruciales, donde pueden darse avances importantísimos pero también estancamientos, la unidad es básica y la colaboración de ambos sexos también. «El feminismo se ha convertido en política de Estado, …, las últimas leyes aprobadas por el Parlamento, la de Igualdad y la de Violencia de Género, han puesto en la foto de la actualidad a una extensa organización que comparte buena parte del diagnóstico y de las creencias, pero la estrategia para abordar soluciones ha abierto una brecha entre unas y otras, sobre la que se puede y se debe, dicen, tender puentes y firmar alianzas «.
El hecho de que este año se haya celebrado este día 8 de marzo con un tema, el del derecho al aborto, que une a todas las corrientes ha logrado esta posibilidad de resurgimiento. El aborto fue una de aquellas primigenias demandas del movimiento feminista y tantos años después, han visto peligrar los avances logrados por lo que se han echado a las calles «como en los viejos tiempos» y «ha devuelto al movimiento un regusto de sus momentos más gloriosos y eficaces, allá por los ochenta, cuando tantos derechos empezaban a conquistarse « .
Las jóvenes se han animado por fin a este resurgir feminista, quizá en claves más políticas o posibilistas pero ahí están: «No es tolerable que juventud y mujer sigan siendo sinónimo de tanta precariedad, laboral, económica», empieza María Espinosa, candidata por Izquierda Unida en la lista de Madrid. Tiene 31 años. Sigue: «Es imprescindible que los hombres empiecen a actuar, de forma individual y colectiva. Esto no es una guerra entre hombres y mujeres. Yo convivo con un hombre. Ellos deben apoyarnos aunque nosotras tengamos las riendas y marquemos el paso. El machismo también les afecta a ellos».
También Empar Pineda, de la asociación Otras Voces Feministas dice: «Creo que entre las más jóvenes es una reivindicación que los hombres se incorporen al movimiento, algunas ya no ven sentido a una organización sólo para mujeres. No podemos tener el reloj parado en el setenta y nueve» .
Incluso entre las más veteranas tampoco se cierra la puerta a los hombres, «Se contempla su participación en cuestiones concretas. Quizá se está abriendo el interés por una colaboración masculina más activa y se valora su importancia para cambiar cosas, como la violencia de género» (según Justa Montero, de la Asamblea Feminista ).
El peligro que se veía se sigue viendo «Lo que no cabe esperar es que los hombres sean el relevo que mantenga vivo el movimiento «.
Hoy existen dos corrientes principales: el Feminismo de la Diferencia y el Feminismo de la Igualdad.
El primero es hoy en día más minoritario y más «femenino», sin recabar colaboración en hombres, puesto que la mujer debe ser reconocida socialmente por ser mujer, por ser madre…, siendo las diferencias entre mujeres (con elementos propios del sexo femenino ensalzados como pueden ser la «bondad», «relación social», «ausencia de conflictos»…,que deberían impregnar ala sociedad).
No están pues por la igualdad tal y como se concibe hoy en día. Remei Arnaus, directora del Grupo Duoda comenta en este artículo: «La Ley de Igualdad quiere decir igualdad a los hombres, para que ellos hagan sitio, y eso no se puede dirimir en una ley. Nosotras no estamos en el plano de la lucha o la crítica, no reivindicamos nada, vamos más allá de eso. El día de la mujer es cada día»
El otro feminismo es el llamado Feminismo de la Igualdad. Así, para la secretaria general de Políticas de Igualdad del Gobierno, Soledad Murillo ; » … no comparto que el hecho de ser mujer sea una condición existencialista, los valores son masculinos y femeninos y ambos se pueden dar en los dos sexos. Yo no quiero que se haga uso de mi condición de mujer para encasillarme en determinadas cosas, como por ejemplo los cuidados. Puede gustarme cuidar a un hijo, o a un anciano, o no, o también puede gustarle a otros» .»Yo sí creo que el hombre es la referencia para conquistar derechos que ellos tienen y que también a nosotras nos corresponden, como ciudadanas, no como mujeres»
Para muchas feministas, la quiebra de la que ahora se duelen también tiene su origen, quizá en la entrada del feminismo de lleno en la política, según Consuelo Abril: : «Muchas feministas han primado los intereses de su partido y el feminismo no se puede politizar». «Algunas hemos expresado críticas sobre el funcionamiento de las leyes y se nos ha dicho que estábamos del lado del PP, que no hay nada que me espante más. Creo que está habiendo mucha autocomplacencia y no se admite una crítica. Parece que hemos vuelto a la división de los setenta, con la doble militancia».
Precisamente la Ley de Violencia de Género la que más ha puesto enfrente las dos corrientes: «Nosotras entendemos que esta ley sobreprotege a las mujeres, las presenta como víctimas siempre y hace prevalecer su voz sobre la de los hombres siempre», dice Empar Pineda (diferencia) y le responde Consuelo Abril (igualdad) : «No estamos victimizando a estas mujeres porque ya son víctimas y por tanto, deben tener una discriminación positiva. No creo que sea paternalista».
Y el artículo termina precisamente con otro asunto espinoso sobre el que todavía no se ha legislado pero que provoca pasiones y desencuentros entre diversos colectivos de mujeres: la prostitución.
En realidad el articulo, a pesar del título, no menciona demasiado la participación de los hombres pero sí deja algo claro: mayoritariamente se acepta y estima dicha participación, y eso, para aquellos que de una forma u otra nos definimos igualitarios o feministas o profeministas, o… (fijaos que entre los grupo de hombres también hay muchas formas de entenderlo), nos llena de fuerzas para seguir. Por mi parte, considero que feminismo no debiera tener un componente sexual implícito, se puede ser feminista siendo hombre o mujer, no me cabe ninguna duda. Sexo solo tenemos uno cada persona pero género, tenemos ambos, el género no es algo de un sexo en exclusiva, y por ahí vemos hombres muy femeninos y mujeres muy masculinas (sin ninguna connotación sexual, algunas/os habiendo ya gobernado en diferentes paises).