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ONGI ETORRI

El matrimonio, toda una Institución

Jul 23, 2007

Todavía no se han acallado las críticas viscerales católico-integristas contra el matrimonio homosexual cuando, ampoule leyendo este fin de semana la revista “Muy Interesante”, ed he visto un artículo muy “idem” sobre la Historia del matrimonio”.

Empezaba con un dato de 2005: hubo en el estad español 209.000 bodas y casi 149.000 divorcios. Y a partir de ahí comienza disquisición sobre la historia de dicha Institución.

Creo que era Juan Luis Vives el que decía que las personas no deberían casarse por amor porque el matrimonio era una institución social que tiene a perdurar mientras que el amor es pasajero (en Formación de la mujer cristina, cap. XV (La búsqueda del marido), año 1523:  «[…] sucede a las muchachas de esta clase que toda la llama del amor que convenía que ardiera durante el matrimonio, arde antes de él, y entre los primeros abrazos de la boda, se apaga y se extingue. Aquí se encuentra el origen de ese refrán popular: «Quienes se casa por amores viven entre pesares». Bien es cierto, pues en muchos, una vez apagado el fuego del amor, suele legar en sustitución un odio desmesurado. […] Y no se debe uno admirar por esto, pues no puede durar el fuego que carece de forraje y yesca, como tampoco el amor que no se alimenta de buenas costumbres» (p. 191)

Juan Luis era un adelantado a su época que hablaba desde su condición de clérigo católico, precursor de, quizá el estado de bienestar  o la seguridad social. En temas de amores, sexualidad y matrimonio hablaba desde esa óptica católica pero aún y en todo, muchas de las cosas que decía no se oían en dicha época.

En las civilizaciones antiguas, casarse por amor era casi antisocial. Los casamientos eran muchas veces para consolidar tierras entre los pobres o imperios entre los ricos. Los hijos eran legítimos (herederos) o bastardos (fuera del reparto), pero no mejor o peor vistos por esa simple condición social extramarital.. Muchas veces los cónyuges se enamoraban pero no era ese el objetivo final, por ello el adulterio por amor se consideraba incluso algo deseable por muchos y muchas. En China, Roma, Egipto…, países pujantes de la época, los matrimonios por amor eran mal considerados. Incluso en época medieval, los célebres amantes Aberlardo y Eloisa se fugaron sin casarse y el adulterio por amor entre Ginebra y Lanzarote se idealizaba en canciones como la forma más elevada del amor.

El matrimonio era un invento práctico pues que la Iglesia católica se encargó de elevar a una categoría suprema, siempre quedando la mujer bajo el dominio del hombre. Desde el Concilio de Worms (1077), que prohibió la poligamia y reprobó los placeres del cuerpo (incluso la ducha), hasta el puritanismo obtuso del victorianismo inglés y el antiplacer de la Iglesia de hoy en día, todo ha seguido el mismo camino.

A pesar de todo (la Iglesia manda y ejecuta pero no siempre es obedecida por sus fieles ¿no?), hasta el s.XVIII,  el interés práctico, (sobre todo en las clases medias y pudientes) era la causa principal del matrimonio (dotes, tierras…). Sólo  partir de la Ilustración el amor se consideró parte de la libertad humana que preconizaban, dándose además los primeros pasos del incipiente feminismo que proclamaba la igualdad de los sexos.. Todo ello aumentó las solterías de mujeres principalmente que esperaban ese amor eterno que nunca llegaba, y también la pornografía, la prostitución y las enfermedades venéreas que asolaron los finales del XIX. Las mujeres podían negarse a tener relaciones sexuales y las amantes de los hombres estaban vistas como signo de poderío;  incluso muchas mujeres alardeaban de las amantes de sus maridos como signo de opulencia de la familia.

El mundo ha cambiado mucho, mal que le pese a al Iglesia, y hoy hay matrimonios mixtos, poligamias consentidas, matrimonios entre dos hombres o dos mujeres, parejas de hecho, madres solteras, amantes satisfechas o satisfechos. Tanta forma de amar diferente demuestra que el Amor ha triunfado.

Como antaño, el amor gana, el contrato institucional o eclesiástico pierde.