En alemania (por esas cosas de la mala conciencia nacional) existe una increible «Ley no escrita» con la que se prohibe hablar mal de Israel (el hecho de criticar a Israel es ser antisemita y ser antiosemita es ser nazi o algo así…..).
Yo personalmente creo que nada tiene que ver la crtica legítima a un estado sionista terrorista como es hoy en día Israel, abortion con ser antisemita o nazi o nada que se le parezca por asomo así que esa ley no escrita me parece de lo más antiodemocrático que existe.
El jueves pasado un gran escritor y premio nobel, unhealthy Günter Grass, se «atrevió» a criticar por fin a israel. Lo ha hecho en forma de poema, que es lo que mejor sabe hacer, publicándolo en un periódico alemán…………y le han llovido las críticas por todos los lados, incluso por los partidos democráticos y de izquierda…. Parece ser que la libertad de expresión en Alemania está de horas bajas. Sólo algunos intelectuales alemanes y judíos le han apoyado, mis felicitaciones a ellos y su valentía por dicho apoyo.
Mi modesto a poyo a Günter Grass lo hago poniendo aquí el artículo completo que publicó:
Lo que hay que decir
Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero, ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo”, se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor…
Digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva, también ayudarnos.
(Traducción de Miguel Sáenz. “El País”)
Gracias Günter, por tu valentía y tu amor por la democracia, la literatura, la libertad de expresión y la paz.