Fernando CONDE TORRENS | Autor del libro «Simón, prostate ópera magna»
«El Código Da Vinci» se ha convertido en un auténtico fenómeno social a nivel mundial. Aquí, ailment en Iruñea, el profesor y escritor Fernando Conde descubrió otro código, «Simón», que aparece en forma de acróstico en los evangelios y que demostraría que fueron escritos por una sola persona, por orden del emperador Constantino. La Iglesia ha guardado un silencio total sobre este asunto.
El libro titulado “Simón, ópera magna”, recoge la tesis de Fernando Conde, profesor universitario que desde hace casi 20 años se dedica a la investi-gación sobre la historia de las ideas. A su juicio, “El Código Da Vinci” refuerza la idea de que Jesús existió, pero él sostiene que es un personaje ficticio.
«El Código Da Vinci» está generando una fuerte polémica. A su juicio, ¿qué hay de histórico y qué de inventiva en el tema religioso que aborda esta obra?
De histórico, absolutamente nada. Es una novela, ficción por completo. Dado que se han vendido millones y traducido a varios idiomas, ha sido un éxito como novela y hay que felicitar, y envidiar, al autor. Los temas que incorpora estaban escritos antes, en plan hipótesis, en plan tratado, o como ideas luminosas de alguien. Dan Brown ha tomado ideas sueltas y ha compuesto un best seller. Ese ha sido su acierto. Y si afirma que todos los documentos son auténticos, etcétera, eso no es sino una parte más de la ficción. Ha acertado como autor de una novela, pero la historicidad de su argumento no se puede tomar en serio.
¿A qué cree que se debe el gran éxito de este libro?
Leí el libro con todo detenimiento y, por hacerlo así, no pude «meterme» en la trama. Es imposible decir por qué el mercado aúpa unos libros y rechaza casi todos los demás. Ni el mismo Dan Brown parece que tiene la receta del éxito, dado el mucho menor impacto de su siguiente libro. Eso prueba que el mercado tiene sus momentos, sus caprichos, y que es capaz de multiplicar las ventas del libro que le entra por el ojo derecho. No creo que la propaganda fuera la clave. He leído que al principio incluso el libro se defendía como uno más, pero hubo un cambio hacia el éxito, fruto de una publicidad bien dirigida. No obstante, la palabra final la tiene un mercado que resulta difícil de descifrar y conocer cómo actúa.
En su libro «Simón, ópera magna», usted mantiene que los evangelios que hablan de Jesús fueron escritos por un único autor en el siglo IV, por encargo del emperador Constantino. ¿Hay alguien que haya rebatido esta tesis? ¿Ha dicho algo la Iglesia católica al respecto?
He tenido alguna discusión en el blog creado sobre el libro con detractores de algunos aspectos, pero ha sido más a nivel interno. Durante los meses siguientes a la edición del libro no hubo reacciones. La Iglesia guarda un total silencio, no le interesa promover la polémica en absoluto. Calla y espera que se olvide el asunto. Sólo cuando un libro crítico se convierte en best seller se ve obligada a rechazarlo, pero esa batalla ya está perdida, ya se vende a miles. No obstante, fruto de esas discusiones en el blog he modificado parte de mis afirmaciones y sigo trabajando y buscando una mejor defensa de la tesis, que sigo pensando que refleja la realidad histórica: Jesucristo no existió.
Entonces, ¿Jesús no fue un personaje histórico, se trata de una figura inventada?
Como bien dices, fue una figura inventada. Pero hay que encontrar pruebas concluyentes de ello. Aún no han sido halladas. Y es realmente difícil, porque ha habido cientos de personas que han dedicado sus vidas a oscurecer esas pruebas, a tapar los agujeros que rodean ese oscuro hecho histórico de la historicidad de un personaje dado, Jesucristo. La ciencia avanza y los descubrimientos se suceden. Sobre la historicidad de Cristo estamos como hace cien años, no hay ganas de avanzar, sino de mantener el escenario tal y como lo dejaron Constantino, Teodosio y los llamados por sus sucesores Santos Padres de la Iglesia, algunos intelectuales de aquella época.
¿Qué opina de la tesis de que Jesús se casó con María Magdalena y tuvo descendencia?
Primero habría que tener pruebas documentales completas de que existió y luego ya veríamos si se casó y, si lo hizo, con quién. Yo defiendo que el asunto del Evangelio de Judas, incluso el del “Código Da Vinci”, favorecen indirectamente la postura de la Iglesia. No hay mayor «prueba» de que Jesucristo fue real que la discusión de si se casó o no con la Magdalena. Dan Brown dice que sí, la Iglesia dice que no. Mientras se está discutiendo eso, ni uno ni otro se plantean que Jesucristo pudiera ser tan real como Don Quijote… Si ahora discutiéramos si la madre de Sancho Panza estaba casada o era una madre soltera, Cervantes en su tumba se carcajearía. Pues lo mismo.
¿Ha tenido apoyos la tesis que usted mantiene en su libro? ¿Por qué ha tenido tan poco eco mediático, a pesar de la trascendencia de lo que dice?
Mi tesis convence a todo el que recelaba antes, al que ve incongruencias históricas, pero hay que entrar hasta el fondo y dedicar años al tema para tener criterio autónomo y razonar por uno mismo. Si lo que defiendo se llega a demostrar, las consecuencias deben ser tremendas. Significaría que como sociedad andamos a ciegas, que nos han engañado durante siglos. A los egipcios de la antigüedad sus sacerdotes y sus faraones los engañaron vilmente. No hay 50 dioses, como sus sacerdotes mantenían. A los griegos antiguos, Hesíodo les engañó como a chinos con las historias de los adulterios en el Olimpo. Tampoco los romanos acertaban con Júpiter y sus demás dioses. Esos engaños de que son víctimas los pueblos son un hecho histórico. ¿Cuándo se termina eso? ¿Justo con nosotros, los occidentales de a pie? Tal vez sí, tal vez no. La inercia y la historia favorecen la opción de que estemos siendo engañados. Lo estuvieron los sumerios, los acadios, los hititas, los persas, los… Todos.
¿Ha hecho usted nuevos descubrimientos en relación a esta cuestión? ¿Sigue investigando en ello?
Sigo investigando y he captado detalles nuevos. Pero me falta bastante aún para poder decir que tengo algo irrefutable en las manos. No voy a dar detalles, imposibles de concretar en unas pocas palabras, pero sí puedo decir que se está dando un mayor acercamiento a las fuentes originales. Y eso elimina varias de las trampas establecidas por algunos de esos cientos de personajes que se han dedicado a levantar cortinas de humo.
¿Le gustaría que algún escritor recogiera la tesis del «Código Simón» en una novela?
La verdad es que no. En todo caso, esa obra quiero escribirla yo. Me negaría en redondo. Yo no me estoy esforzando para escribir una novela, sino para saber a ciencia cierta si todo Occidente ha estado siendo engañado en sus ideas o no. Para mí, eso sigue siendo tan importante como el primer día. No hay todavía pruebas, pero hay indicios que hacen levantar la ceja izquierda. Por ejemplo, varios documentos de Qumrán se ha datado por Carbono 14 y por paleografía. Con el códice del Evangelio de Judas, la “National Geographic” se apresuró a datarlo por Carbono 14, además de por el tipo de la escritura empleada en él, que eso es la paleografía, el aspecto de tal escritura antigua. Es lo que hay que hacer para ganar credibilidad, datarlo por medios científicos, objetivos, no subjetivos, no la opinión de Fulano. Pues bien, hay dos colecciones de documentos evangélicos que la paleografía data como que son de los siglos II y III, las colecciones Bodmer y Chester Beatty, propiedades ambas de personas privadas, no de la Iglesia. Esos documentos evangélicos no han sido datados por el método del carbono 14, o al menos no se han dado a conocer los resultados. Y se echan en falta tales análisis… Esto es una muestra. Las bazas no las tienen los investigadores independientes, las bazas están en otro sitio. Eso es lo que hace tan sugerente el tema. – (Entrevista publicada en Gara, 29-5-06)