En este recorrido que suelo hacer sobre las fotos icónicas que hacen historia de la Humanidad, esta es una de esas fotos que normalmente ni siquiera se habría publicado a no ser por la casualidad del momento ya que el tema del suicidio es algo que se tapa, algo sobre lo que no hay que hablar porque dicen (algunos), que genera un efecto llamada. Hace poco, en una charla sobre este tema, contaban como unas chicas se habían enterado, 15 años después, de que su amiga del colegio, muerta en un accidente de tráfico, se había, en realidad, suicidado… El sentimiento de culpa de los que se quedan es terrorífico, por no haber podido entender y atender las señales de la persona suicidada.
En realidad, ese efecto “llamada” no está suficientemente estudiado ni comprobado y puede ser al contrario, puede ayudar a mucha gente visibilizarlo. Con esta pandemia que hemos sufrido y que ha afectado psicológicamente a muchísima gente, se ha visto que el suicidio está “saliendo del armario” y por ello está ayudando a muchos. Una gran parte de los suicidios son provocados por enfermedades mentales, depresiones en buena parte de ellos, y si tapamos la enfermedad, siempre es mucho más difícil luchar contra ella. ¿Cuántos adolescentes que hoy no están entre nosotros podrían haberse salvado si pudiéramos haber sentido su depresión y pudiéramos haber tratado esa enfermedad antes del su fin trágico?.
Pero bueno, esa es una guerra más, ahora toca la belleza icónica de una fotografía bien hecha, que puedes encontrarla hasta en lo más trágico y sin remedio (hubo un tiempo en que la gente hacía fotos de los difuntos, sobre todo bebés o niños, para recordarlos, algo que hoy se considera pavoroso pero que para esas personas que lo hacían tenía todo su sentido).
LA FOTOGRAFÍA
Esta foto que hoy presento se publicó el 12 de mayo en la portada de la importante revista “Life”, sólo 11 días después del suceso, con el título «El Suicidio más Hermoso». Sucedió en New York.La foto nos presenta el cuerpo inerte de una joven que se había suicidado tirándose al vacío desde un rascacielos, cayendo en el capó de uno de los vehículos aparcados abajo, una limousina de las Naciones Unidas (son ningún pasajero dentro). Lo importante de la imagen es que se ve hermosa, no hay nada que perturbe al espectador, vemos un cuerpo de una mujer joven, maquillada, hermosa, con los pies perfectamente cruzados, sin ningún rasguño aparente, que parece coger su collar con los dedos…, una joven hermosa que parece estar soñando perfectamente acostada. Sólo la casualidad de que pasara ese estudiante por ahí hizo que Evelyn ya sea un icono para la posteridad.
Y ello es lo que la hace icónica, porque lo más terrible, la muerte de una joven por suicidio, produce inicialmente una sensación de serenidad y sólo ve la belleza de la joven, tumbada.
Eso sí, cuando conocemos la historia de la fotografía, de repente se nos remueve algo dentro, eso que sólo las fotos buenas producen. De repente, nos sentimos culpables por haber visto belleza en esta tragedia, por otro lado, seguimos viendo bella la foto…, no sé, es una lucha interna que tenemos no una, sino todas las veces que miramos la fotografía. La mires hoy o la mires otra vez dentro de dos años. Nunca podrás ver la fotografía sin más, ya verás.
(En realidad ese aspecto es una ilusión, ya que por la caída, 170 metros, su cuerpo estaba destrozado por dentro y ello fue terriblemente visible al moverla los empleados de la funeraria).
EL FOTÓGRAFO
La foto está hecha por Robert Wiles, el 1 de mayo de 1947. Fue una foto de “momento”, de casualidad; Wiles tenía sólo 21 años y era un estudiante de fotografía con aquellas cámaras que hoy denominamos “vintage”. Pasaba por la zona en el momento adecuado, escuchó el estruendo y se encontró con la escena. No dudó en acercarse y hacer las fotos que hoy vemos. Esta foto icónica es justo 4 minutos después de caer.
Life la publicó a página completa el 12 de mayo, en la sección “La foto de la semana”, con el título “The most beautiful suicide” (“El suicidio más hermoso”) y con un pie de foto que decía:
“A los pies del Empire State Building, el cuerpo de Evelyn McHale reposa en calma sobre un ataúd grotesco, incrustado en el techo de un coche”.
En realidad, fue la única foto conocida de este fotógrafo.
LA JOVEN DE LA FOTOGRAFÍA
Se llamaba Evelyn McHale. Había nacido en Berkeley, California, el 20 de septiembre de 1923 por lo que en el momento del suicidio tenía sólo 23 años. Era contable y en ese momento vivía y trabajaba en New York. Se lanzó desde el piso 86 del famosísimo Empire State Building, el 1 de mayo de 1947. No sabemos qué pasó por su cabeza para cometer ese acto. Más de 170 metros de caída antes de estrellarse contra la limousina provocaron su muerte instantánea.
La historia inmediata se ha ido construyendo: parece ser que Evelyn, se despidió normalmente de su prometido (Barry Rhodes, con el que se iba a casar un mes después) a las 7 de la mañana de ese día, tras haber celebrado el 24 cumpleaños de él, pero en vez de volver a su casa, en New York, cogió un tren y llegó hasta Manhattan, reservando una habitación en el hotel Governor Clinton donde escribió un par de notas de suicidio, una dirigida a su novio, donde le decía que iba a vivir mejor sin ella, y otra dirigida a quien iba a encontrar su cuerpo. Luego, a las 10:30, compró una entrada para visitar el observatorio de la planta 86 del Empire State Building, dejó el abrigo, una caja de maquillaje y el bolso con la nota dirigida a su novio en el suelo, y saltó al vacío.
La nota de suicidio que le acompañaba no explicaba mucho de las causas:
“No quiero que nadie, sea o no de mi familia, vea mi cuerpo, ¿podríais incinerarlo? Os ruego que no organicéis ningún funeral o acto en mi memoria. Mi prometido me pidió que nos casásemos en junio. No creo que yo pueda ser una buena esposa para nadie. Estará mucho mejor sin mí. Díganle a mi padre que tengo muchas de las tendencias de mi madre” .
(Su madre sufría depresión crónica, principal causa de los problemas del matrimonio que finalmente acabó en divorcio, obteniendo el padre la custodia de Evelyn y sus 8 hermanos/as y mudándose con todos a Nueva York. En los suicidios generalmente se suman muchos motivos pero parece ser que el hecho de poder estar pasando una crisis depresiva, verse presionada por la boda y verse a su vez con la misma enfermedad que su madre…, quizá provocó esta determinación).
Como dato, desde su construcción en 1931, desde el Empire State Building se han suicidado 36 personas, (17 desde ese piso 86) y tras el suicidio de Evelyn la empresa dueña levantó la barandilla para hacer mucho más difícil poder superarla y tirarse al vacío.
La familia cumplió todos sus deseos: su cuerpo fue incinerado, sin funeral, sin tumba…, pero una fotografía hermosa ha hecho que nadie pueda olvidarla, esta fotografía.
D.E.P. Evelyn, y perdona por mirar esa hermosura.
HOMENAJES Y RECUERDOS
Aquí podemos ver la foto coloreada, para tener otra visión de la misma y ver esos detalles que producen esa calma:
Andy Warhol utilizó la foto en 1962 para una de sus famosas composiciones que tituló “Suicide (Fallen Body)”, en 1962:
Existe un videoclip musical haciendo referencia directa a Evelyn (por parte del grupo “The Smiths”, en el Álbum “Asleep”, con una composición musical de de Morrissey y Johnny Marr):
También ha sido referenciada más recientemente un videoclip de Taylor Swift, “Bad Bood”, y en varias canciones y publicidad: “Shatter Me With Hope” del grupo de metal finlandés HIM (álbum “Screamworks: Love in Theory and Practice”), y en la canción “Jump They Say” de David Bowie o en el disco “Machines of Loving Grace”, de GILT.
En cuanto a literatura, se hace referencia a ella en la novela de Nadia Busato titulada “I will never be anyone’s Good Wife”
Y lo más impresionante, se vende como lámina o lienzo para decorar tu casa…