Hace ya dos años, en la sección de fotografía de este blog (“Kevin Carter, el hombre que odiaba su propia foto”), hablé de aquella famosa fotografía de un niño desnutrido delante de un buitre que le acechaba.
Era una fotografía espeluznante. La foto era de Kevin Carter y el título venía a cuento de las propias palabras del fotógrafo: “Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla. La odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”.
Con dicha foto consiguió el premio Pulitzer en 1994.
Decía en la entrada que se sabía poco sobre qué fue de la niña . Según Carter, él auyentó al buitre y la niña se recuperó lo suficiente para seguir su camino. Sin embargo, fue objeto de duras críticas por aprovechar la situación para su propia fama, llegándose a comparar al fotógrafo con el buitre. No se sabe si por esto o por la muerte de un amigo, Ken Oosterbroek, asesinado, durante un tiroteo que cubría en Johannesburgo, el caso es que ese año de 1994 Kevin Carter se quitó la vida cerca del río donde jugaba cuando era niño, luego de aparcar su furgoneta y enchufar una manguera al tubo de escape. Esto es parte de su nota de suicidio. «Estoy deprimido […] sin teléfono […] dinero para el alquiler […] dinero para la manutención de los hijos […] dinero para las deudas […] ¡¡¡dinero!!! […] Estoy atormentado por los recuerdos vivídos de los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor […] del morir del hambre ó los niños heridos, de los locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos […] Me ido a unirme con Ken, si soy yo el afortunado”.
La historia de la foto tiene muchas versiones, no es que la foto sea un engaño, si no una foto oportunista: los buitres no estaban en esa aldea de Sudán esperando a que muriesen los niños desnutridos ya que los carroñeros acudían en masa porque se encontraba allí un estercolero donde tiraban los desperdicios e iba la gente a defecar, entre ellos los niños de las fotos que al estar desnutridos se les cae la cabeza de esa forma al agacharse.
El caso es que hace unos meses, leí un reportaje de El Mundo que hablaba del destino del sujeto de la foto: parece ser que el chico (ya no era una niña si no un niño) murió hace 4 años
En realidad todo era más fácil de lo que parecía: la criatura de la foto llevaba en su mano derecha una pulsera de plástico con al inscripción T3, que implicaba que estaba en una “estación de comida de la ONU, en la que atendían enfermeros franceses de la ONG Médicos del Mundo. La T significaba malnutrición severa y el número era el orden de llegada al “feed center».
Ese niño se llamaba Kong Nyong y tenía malnutrición severa, pero se recuperó y vivió, muriendo hace 4 años de unas fiebres, según sus propios padres. No es pues cierto que Kevin dejara al niño morir de hambre, aunque él mismo así lo creyera finalmente tras tantas críticas internacionales.
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