El otro día me enviaron un artículo de El Pais que se titulaba «Un rayo de luz convierte al violento en manso».
La verdad es con ese sosos título ni se me habría pasado por la cabeza cabeza leerlo, pero enviándomelo quien me lo enviaba, sentí más curiosidad porque seguro que algo especial tenía que tener (dicen que en periodismo un buen titular es el 50 % de la noticia).
Así que nada, entré al enlace, lo leí…no me enteré de nada pero parecía muy interesante así que lo volví a leer. Esta segunda vez ya me enteré de algo más y en estos momentos me encantaría saber mucho más de nuerociencia o similares para poder entenderlo del todo.
Bueno, algo he aprendido, sin duda, y me gustaría compartir con vosotras/os lo leido. Lo que he podido entender trato de resumir o reescribir, el resto lo dejo tal cual venía en el periódico porque prefiero no meterla pata «traduciéndolo»:
Bueno, el artículo en cuestión está escrito por JAVIER SAMPEDRO , y el enlace a dicho artíiculo, de dia 10 de febrero, está AQUÍ
En La naranja mecánica[…], así empezaba el artículo. Igual los más «maduros/as» os acordais de esa película, ¿verdad? (la recomiendo buscar a los más jovencitos porque fue una de esas obra importantes que marcan una época). En esa película al protagonista, una persona extremadamante violenta,tratan de reacondicionar su cerebro, mediante un experimento (fallido), con el fín de que aborrezca la violencia y el sexo. La película, el experimento…, tenían sentido y hasta podías imaginarte cosas similares en las omisarías de ciertos paises.
Bueno, han habido innumerables intentos científicos o pseudocientíficos para inhibir la agresividad en personas muy violentas, en violadores… Desde las lobotomías que se practicaban hace unas cuantas décadas, (tanto a «locos» como a agresivos), experimentos con cerebros de prisioneros en campos de concentración nazis (cortaban ciertas partes de cerebros de prisioneros para ver su reacciones), administración de progesterona mediante inyecciones, inhibición de testosterona, extirpación de testículos….Y aparte de esas formas más «físicas», también las ha habido muchas psicológicas y psiquiátricas: administración de hormonas, terapias psicoanalíticas, paulovianas, sistémicas, ….. creo que en los psiquiátricos y cárceles se ha probado ya de casi todo y…no hay mucha luz en este túnel. ¿Por qué algunas personas son tan violentamente agresivas? . Bueno, quizá ahora hay una nueva luz, nunca mejor dicho, porque de haces de luz hablamos:
Y es que, siguiendo el artículo de El Pais, nos cuentan como Dayu Lin, David Anderson y sus colegas del Instituto Tecnológico de California (CalTech) han identificado el circuito neuronal básico que subyace al comportamiento agresivo. Según estos científicos este sistema nueronal está situado en una subregión concreta del hipotálamo (en la base del cerebro).
Los experimentos, que se presentaban en la prestigiosa revista Nature estos días, los han hecho en ratones (el hipotálamo y sus subdivisiones son universales en los mamíferos así que los datos podrían ser extrapolables a los humanos). Hablamos de sexo y de agresividad que son dos conceptos que, como todo el mundo sabe, están muy unidos (hoy sabremos un poco más el por qué).
Esta parte del artículo he podido llegar a medio entender (es que me gusta la ciencia ficción): Resulta que estos experimentos que se están realizando son novedosos respecto a otros anteriores porque utilizan una teoría y tecnica muy modernas llamada «OPTOGENÉTICA» para manipular muchísimo más acertadamente, circuitos cerebrales concretos.
Opto-genética
Genética porque para utilizar está tecnica se usan genes artificiales. Opto porque también utilizan moléculas activadas por la luz
Ni yo ni la mayoría entenderíamos como va esta técnica, pero grosso modo, para entendernos, se basa en que estos científicos introducían en el cerebro de los ratones unos genes artificiales diseñados para funcionar solo en ciertos tipos de neuronas, o que se puedan activar en una zona muy localizada del cerebro. Parece sencillo, ¿no?
Exactamente: «La información fluye por los axones, o prolongaciones de las neuronas, mediante unos canales que controlan el paso de varios iones (átomos con carga eléctrica) entre el interior y el exterior de la neurona. Los canales iónicos se van abriendo ordenadamente a lo largo del axón, y el baile de las cargas positivas y negativas que entran y salen transmite una corriente eléctrica axón abajo».
Por lo visto, se envuelve el ATP que se inyecta en otro compuesto químico que lo inutiliza. Pero ese compuesto es sensible a la luz, de modo que libera el ATP cuando le ilumina un rayo láser (de ahí mi comentario antes sobre un rayo de luz en el tunel).
Loq ue ha hecho Li y sus colegas es crear unos genes que fabrican unos canales neuronales especiales, capaces de activarse por la luz, o por una luz de cierta longitud de onda concreta. La combinación de genes que solo se activan en ciertas zonas y de luces que solo inciden en cierto momento permite un control espaciotemporal muy fino en la manipulación de la actividad cerebral. De esa forma han identificado con gran precisión los circuitos del hipotálamo que subyacen a los comportamientos agresivos.
Esta tecnología plantea la posibilidad de inhibir esos circuitos para refrenar el comportamiento agresivo. Los científicos han comprobado que la inactivación artificial de la región del hipotálamo VHMvl funciona bastante bien para reprimir los comportamientos agresivos: el 25% de los ratones se vuelven completamente pacíficos, y los demás muestran una agresividad más moderada de lo habitual. Li y sus colegas han podido obtener también la prueba complementaria: que la activación artificial, mediante luz, de esos mismos circuitos dispara el comportamiento agresivo en situaciones anormales. Por ejemplo, contra las hembras en lugar de contra los machos intrusos, o incluso contra objetos inanimados como un guante inflado.
Claro que el hecho de que la inactivación de un circuito cerebral elimine el comportamiento agresivo solo prueba que ese es uno de los muchos elementos que pueden intervenir en el fenómeno, así que tenemos investigación para rato.
Amor versus agresividad
Hoy que se celebra San Valentín hay un dato alentador, menos mal, es que el amor suprime la agresividad. Cuando los investigadores hiperactivan los circuitos del VMHvl con sus técnicas optogenéticas, los ratones macho se vuelven anormalmente agresivos: atacan no solo a machos y hembras por igual, sino también a los objetos inanimados que se interponen en su camino. Pero esa misma hiperactivación optogenética no tiene el menor efecto si el ratón ya estaba inmerso en una actividad sexual. Es otra evidencia más de que el sexo y la violencia requieren parte de las mismas redes neuronales, y de que estas compiten entre sí hasta que uno u otro comportamiento se impone.
El grado de violencia de una sociedad tiene muy poco que ver con la genética. Los índices de violencia de un país se pueden multiplicar por 10 en cuestión de un par de décadas, sin que los genes de la población hayan tenido la menor oportunidad de cambiar de frecuencia así que estas ideas del tipo naranja mecánica solo se refieren a un pequeño número de individuos, como los psicópatas, o personas incapaces de sentir culpa por hacer daño a un semejante.
Lo peligroso… (que no me oigan los de la CIA y similares….) es que parece entenderse que hay formas de convertir en agresores a las personas del montón, y que estas podrán en el futuro superar la eficacia de una arenga.
respecto a este apartado, sabemos desde hace mucho que hay una relación íntima entre la agresión y la testosterona, la principal hormona sexual masculina (pero también hormona femenina, qunque en menor nivel generalmente, los científicos han podido establecer una correlación estrecha entre los niveles de agresividad de un macho y sus particulares niveles de testosterona circulante. E incluso en un mismo individuo, las fases más o menos agresivas se correlacionan con las fluctuaciones temporales en sus niveles de esta hormona.
La búsqueda de una pareja sexual, y el nivel de actividad sexual en sí mismo, siguen esos mismos patrones de relación con la testosterona. Esto se ha comprobado repetidamente en los hombres, pero incluso el deseo sexual de las mujeres viene muy afectado por sus niveles de esa hormona, que es principalmente, pero no exclusivamente, masculina. La íntima relación entre la testosterona y el comportamiento agresivo tiene su explicación biológica en que, en las mayoría de las especies, los machos luchan entre sí por el acceso a las hembras. Sexo y violencia son dos caras de la misma «naturaleza roja en diente y garra».
En resumen, ya leeréis el artículo completo si queréis:
– La mayoría de los animales luchan por la comida, por la defensa de su territorio o por el acceso a las hembras (todo muy darwiniano).
– Si los machos menos agresivos no logran sobrevivir, o no consiguen una pareja sexual, sus genes no pasan a las siguientes generaciones. De ahí que los genes ‘agresivos’ lleven las de ganar, al menos en el largo plazo, el que cuenta para las tendencias evolutivas.
– Muchos de los conflictos entre machos, en un amplio rango de especies, suelen resolverse de alguna forma convencional, más que con la muerte del individuo perdedor. Este hecho no tiene una explicación obvia o generalmente aceptada aunque nos da esperanzas en la especie huimana y es posyivo pensar en ello.
– Las tendencias evolutivas de las especies tienen muchos puntos en común con el comportamiento económico de las sociedades. En una población de individuos mansos, la llegada de un solo agente agresivo puede acabar colonizando por entero la población, tal es su ventaja respecto a sus pacíficos congéneres. esto explica muchas cosas que ocurren en este mundo….
Pero como colofón, y me quiero quedar con ello en este blog: El amor suprime la agresividad; ambos comportamientos compiten entre sí.
Así que como se suele decir: haz el amor, no la guerra.