Más de 3.000 mujeres han sido detenidas en la ofensiva del régimen de Ahmadineyad contra la «vestimenta indecorosa» (artículo de ÁNGELES ESPINOSA – en El Pais,14 de mayo)
Zohreh está indignada. No se maquilla. Viste de negro. Y qué culpa tiene ella si un mechón rebelde se le escapa fuera del pañuelo. «Se creen con derecho a dictarnos hasta el color de las bragas», espeta dejando desbordar la furia contenida ante los vigilantes del decoro que la han parado en una céntrica calle de Teherán al salir del trabajo. Como cada primavera, la campaña contra la «vestimenta indecorosa» se está ensañando con las mujeres, cuyos pañuelos coloridos y cada vez más escuetos desafían la imposición del uniforme islámico.
Pero este año, bajo el acoso policial se adivina una guerra política.«Las ONG de mujeres están más fuertes que en años anteriores y su campaña para conseguir un millón de firmas por la igualdad de derechos ha calado entre la gente; es un intento de arredrar a las mujeres», interpreta Mashid Alineyad, columnista del diario Etemad-e-Melli.
«En mi opinión, es un plan para suprimir uno de los pilares de los reformistas: Tras silenciar a jóvenes y estudiantes, si logran acallar a las mujeres, se harán con el triunfo en las elecciones parlamentarias del próximo año», añade.De momento, muchas mujeres evitan salir de casa si no es necesario.
Desde el día 21 de abril, cuando las autoridades lanzaron la campaña «para realzar la seguridad moral y social», las galerías comerciales han notado un bajón en la clientela. Acudir a esos lugares, donde se concentran tiendas de moda, accesorios y pequeñas cafeterías, constituye uno de los escasos pasatiempos de mujeres y jóvenes en las ciudades iraníes. En consecuencia, han sido uno de los principales objetivos de las ‘patrullas morales’.
Sólo durante los cuatro primeros días de la campaña, 150.000 personas fueron interpeladas en todo el país, de las que 13 pasaron a disposición judicial, según informó el jefe de la policía, general Ismael Ahmadi-Moghaddam. El resto se libraron firmando compromisos de buena conducta que en caso de reincidencia se aportarán ante el juez.
Desde el arranque de la campaña, más de 3.000 mujeres (una media de 150 al día) han sido detenidas y han pasado al menos unas horas en comisaría. También ha habido algunos casos de hombres amonestados por llevar corbata, camisetas «poco islámicas» o cortes de pelo occidentales (incluso se ha prohibido a las barberías que hagan esos cortes).
«Es como para pensárselo antes de salir», admite Maral, quien desde que hace un par de meses recibió una advertencia en la universidad. Se viste completamente de negro para evitar problemas. Apenas un año después de la revolución islámica, las autoridades decretaron que las mujeres debían taparse el pelo y llevar ropa larga y amplia que ocultara las formas de su cuerpo. Quienes ignoraban la norma podían ser flageladas, encarceladas y multadas. Aunque el chador, la pieza de tela negra que cubre de la cabeza a los pies, se convirtió en el símbolo de la revolución, no es obligatorio. La mayoría de las mujeres utilizan una bata, denominada ropuch o mantó, y un pañuelo.
La revolución y la inmediata guerra con Irak (1980-88) favorecieron el negro o como mucho los colores oscuros. Luego, los mismos aires reformistas que llevaron a Mohamed Jatamí a la presidencia hace una década llenaron de colores las calles de Teherán y de otras ciudades iraníes. Una nueva generación nacida tras los rigores revolucionarios empezó a retar las estrictas vestimentas, con pañuelos que no tapan el pelo, mantós entallados y cada vez más cortos, e incluso pantalones que dejan ver los tobillos.
El Gobierno reformista hizo la vista gorda.«Cuando el presidente Mahmud Ahmadineyad ganó las elecciones y dijo que había problemas más importantes que el pelo que se escapa de un pañuelo, no le creí y le llamé mentiroso en mi columna, pero ahora me he disculpado y le he pedido que cumpla su palabra y se concentre en luchar contra la pobreza, que es lo que de verdad importa a la gente», declara Alineyad, quien no se muerde la lengua en sus dos artículos semanales.Las críticas no proceden sólo de los sectores reformistas.
Una comisión parlamentaria se ha quejado de la campaña al jefe de la policía. El responsable del poder judicial, Mahmud Hachemí Shahrudí -no precisamente un moderado-, ha advertido a los gobernadores provinciales del daño social que puede desatar. Incluso el conservador diario Kayhan ha señalado que «el vestir indecoroso de las mujeres no es el único vicio» y que la pobreza, la corrupción y la injusticia son problemas más importantes.
«Es un plan que no conviene a nadie y que Gobierno y policía se están pasando como una pelota de fútbol», explica Alineyad reforzando la idea de que la campaña no suscita la unanimidad del sistema. «A los políticos no les conviene porque les da una imagen negativa ante la gente y necesitan su apoyo para las elecciones de 2008», añade la articulista. ¿Quién se beneficia entonces?
Los SMS que estos días inundan los móviles parecen tener la respuesta: «Cúbranse el pelo porque va a subir el precio de la gasolina», aludiendo a una posible maniobra de distracción por parte del Gobierno. En Teherán no se habla de otra cosa.