IBASQUE.COM

ONGI ETORRI

MUJERES QUE AMAN DEMASIADO

Jul 29, 2008

(resumido de la Web de la «Red de psicólogos/as»

En este artículo se trata, desde un punto de vista psicológico y desde un punto de vista de «género», sobre aquellas mujeres que «dependen» emocionalmente de un hombre, tal como si se tratara de una droga.
Aunque este aspecto quiero tratarlo desde las mujeres que se aferran a un hombre que no les quiere, que les maltrata, una suerte de «síndrome de Estocolmo» que les hace perdonar incluso el maltrato físico, sin embargo también, en menor escala, se da en mujeres que aman a un hombre aunque este no les ame a él, sin existencia, visible, de ningún tipo de maltrato. Se da en casos, por ejemplo, de parejas o exparejas donde el hombre no muestra interés en su pareja o de hombres que han abandonado una relación con la pareja. En ambos casos la mujer siguen manteniendo un vínculo afectivo (a veces de amor-odio) que les hace imposible terminar de romper ese vínculo ya perdido o de romper el actual. Pero…..


¿qué mecanismos inducen a una mujer a seguir aferrada a su pareja después de uno o varios episodios de maltrato?. ¿qué la mantiene unida a esa persona que demuestra su falta de afecto? ¿qué mantiene expectante a esa mujer que, una vez rota la relación, todavía mantiene esperanzas de «volver» con él, a pesar de los signos evidentes en su contra?.

Todas ellas se basan en un ‘amor contaminado’ por nuestras propias necesidades o heridas emocionales sin resolver. En esos casos, cuando aparece el otro, «en vez de desarrollar una sana relación de interdependencia amorosa, pasamos a buscarlo como una suerte de droga tranquilizante o energizante, dependiendo de lo que se necesite» y por ello, «cualquier movimiento de él que no condiga con sus expectativas o sea percibido como un alejamiento, genera un malestar inmediato. Tal como sucede en una adicción, se genera un síndrome de abstinencia».
Lo importante de estas relaciones es que sucede con cierta frecuencia, no son inusuales (bien explicado por la terapeuta estadounidense Robin Norwood en su libro «Mujeres que aman demasiado».

En estos casos citados, para estas mujeres los «candidatos correctos» son rechazados por «aburridos». Por eso, se vinculan con varones emocionalmente inadecuados, adictos al trabajo o deportes o hobbies, al alcohol, mujeriegos o aquellos que por diversas causas no pueden amarlas. Es decir, rechazan a cualquier que no les aporte ese vértigo que todo adicto necesita sentir. Incluso pueden ser mujeres que buscan, inconscientemente, hombres inmaduros e infantiles que pueden tener conductas de violencia, manipulación, infidelidad, maltrato o falta de compromiso en general
A veces, ese síndrome les hace descuidar a sus amistades y a sus propios intereses para estar siempre disponibles para su hombre. «Se sienten vacías sin él, a pesar de que estar con él pueda ser un tormento».
Nachtigall describe que la mayoría de ellas recibieron poco amor de sus padres, por lo que perciben de manera inconsciente a sus parejas como una mezcla de hombres-padres. En estos casos incluso el sexo puede convertirse en uno de los vehículos adictivos que sostienen el vínculo, aún cuando este sea degradante y perjudicial para la mujer», sentencia.

Como salir de esta situación:
Como en casi cualquier trastorno psicoafectivo, para poder recuperarse de la adicción al amor, la mujer que la padece primero debe reconocer que se encuentra en un patrón nocivo para ella. Debe observar que una y otra vez, sufre angustia y malestar con su pareja o con la posibilidad de reencuentro con su expareja, sentir que «su hombre» persiste en esas conductas que la dañan, en esa falta de compromiso…. En ese momento el tratamiento más efectivo y potente es la terapia psicológica para que la mujer aprenda a curar aquellas heridas emocionales que la han vuelto una adicta a su hombre, en un principio «tratando de experimentar aquellas escenas infantiles donde se ha sentido descuidada, maltratada o abandonada y puede volver a sentir esas emociones primarias y expresarlas en un marco seguro como lo es el contexto terapéutico». Expresar su rabia por esas carencias le hará poder relacionarse desde otro lugar más sano, entero y adulto, menos infantil y dependiente.

«Aprender a relacionarme conmigo misma, con respeto, aceptación, valoración, apoyo y afecto incondicional, fue el camino para comenzar a vincularme de un modo constructivo con los demás»
Textos de los psicólogos/as – terapeutas: Mariela Bernardi, Pablo Nachtigall, Susana Pérez, Natchigall