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ONGI ETORRI

Navarra (y 3)

Ago 3, 2007

El compromiso
El compromiso
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LA noche de marzo de 2004 en la que el PSOE dio la vuelta al panorama político en el Estado, cure algunos de los militantes que celebraban el triunfo en la sede socialista en Madrid recibieron al futuro presidente con un grito que reflejaba las ansias de cambio de la gran mayoría de ciudadanos: «¡Zapatero, erectile ed no nos falles!». El eslogan ha perseguido al jefe del Ejecutivo como un juramento de fidelidad con los electores cada vez que ha olvidado sus compromisos. Hoy es uno de esos días. Carlos Chivite y Fernando Puras, cabezas del socialismo navarro, acuden hoy a la sede de Ferraz para defender ante la Ejecutiva del partido la decisión del PSN de formar gobierno con NaBai e IUN. Es un secreto a voces que al otro lado de la mesa estarán sentados dirigentes que observan con recelo este acuerdo, cuando no lo desautorizan en privado. Zapatero, en la distancia, se lavó ayer las manos con unas declaraciones que no aclararon nada. El presidente del Gobierno no debe olvidar que tiene una responsabilidad no sólo con los miles de navarros que empujaron para auparle a la presidencia (112.914 votos en marzo de 2004, unos 30.000 más que cuatro años antes) sino también con los que apoyan el deseo mayoritario y compartido de explorar nuevas formas de gobierno que den un giro sustancial a años de hegemonía aplastante de la derecha. Zapatero no puede traicionar la voluntad reiterada ya una y mil veces por las bases de su partido, ni la decisión unánime adoptada el miércoles por la dirección del PSN, que no es un desafío, sino un mandato y un compromiso. Desautorizar la voluntad de los socialistas navarros puede que para el PSOE no tenga más repercusión en las próximas generales que uno o dos diputados, pero el daño para el PSN sería irreparable: supondría tal descrédito que cuesta imaginar las consecuencias. Porque además de sacrificar a los actuales dirigentes, volvería a condenar a seguir en manos de UPN a todos los que trabajan y confían en que es posible un cambio desde la pluralidad, o a un laberinto político que haría inviable la gobernabilidad en la comunidad vecina ante la imposibilidad de una propuesta mayoritaria. Zapatero aseguró que respetaría la voluntad de los navarros y que respaldaría la decisión del PSN: lo contrario será difícil de entender e imposible de explicar.