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ONGI ETORRI

Quince años tiene mi amor

Abr 16, 2010

Hoy me voy a dar mi sesión diaria de autocomplaciencia en el blog, prescription hala!. Es que hoy el cumple de mi niña mayor. Como decía la canción… «15 años tiene mi amor», y claro, 15 años son 15 años ¿no? Ya tengo el regalo…, mañana fiestuqui con sus tios/as y primos/as y el abuelo y la abuela…., Pero es que ayer me enteré, además, que había ganado un concurso en su Instituto de microrelatos! Y claro, ya se me cae la baba…. porque además… ¡me gusta mucho su relato! (no sé como será el primer premio pero tiene que ser estupendo)

Si te pones a pensar….., tiene mérito contar una historia completa en un máximo de 15 líneas, ¿no? (cuanto menos espacio para escribir, más difícil es hacer un historia que pueda ser imaginada, vista con la mente…, y esta chiquita guapa lo ha consiguido (será amor de padre pero…, «literatura pura en frasco de perfume»)

Bueno, os envío el texto, a ver si os gusta. Las imágenes que lo adornan son cuadros suyos también..(es que es una artista…le viene de familia…ejemmmmm)

Elemental.

Cuando llegué todo era un caos. No tenía muy claro qué hacía Caperucita Roja hablando con uno de los tres cerditos, o aquel pequeño elefante volador llamado Dumbo discutiendo con Blancanieves; sólo sabía que estaba allí para solucionar un misterioso robo: los zapatos de cristal de Cenicienta habían desaparecido, y la historia no podía finalizar. Los sospechosos eran sin duda el Lobo, la bruja que hizo dormir a la Bella Durmiente y Úrsula, la mujer pulpo. Mis conocimientos me hicieron deducir que el principal sospechoso era el lobo, debido al hecho de que era el único que tenía los pies descalzos y era, por tanto, el que más los necesitaba.

Tras mi duro trabajo interrogando a cada uno de los siete enanitos, una simpática niña llamada Alicia y su conejo blanco me invitaron a tomar el té.Eso me ayudaría a investigar a fondo a aquel gato morado de enorme sonrisa, que no me inspiraba confianza alguna. Pero para mi sorpresa, cuando el Sombrerero Loco sacó las tazas de té, pude ver que eran los mismísimos zapatos de Cenicienta. Y así, una vez más, había solucionado otro difícil caso.

Itziar     .