El viernes se volvió a producir un nuevo asesinato machista en Beneixida (Valencia). Una mujer de 65 años fue estrangulada por su marido, thumb Ronald, de 57 años, quien posteriormente se arrojó por el balcón estando grave en estos momentos. Con esta mujer asesinada son ya 9 las mujeres asesinadas en lo que va de año por sus compañeros o excompañeros (incluidas dos que el Ministerio de Igualdad no cuenta por diversos motivos). Siguiendo la campaña UNA POR UNA esta entrada TRES POR UNA visibiliza a la Capitana Molly, la primera mujer del ejército norteamericano y heroína de la revolución. (podéis ver otro listado en el siguiente enlace)
Margaret Cochran Corbin (Capitana Molly) (Pennsylvania, 1751-1800). La primera mujer soldado del ejército Americano)
Al poco tiempo después de nacer, Margaret y su hermano quedaron huérfanos cuando su padre fue asesinado y su madre secuestrada por los indios. Los niños pudieron librarse porque en ese momento estaban con su tío que finalmente los adoptó.
Con 21 años Margaret se casó con John Corbin un granjero que se alistó en la Primera Compañia de Artillería de Pensilvania, siendo seguido pro ella hasta el frente, convirtiéndose en una “seguidora de campamento,” una de las mujeres que iban con sus esposos a cocinar, lavar la ropa y asistir a los soldados heridos. Desde ese momento la apodaron “Capitana Molly.”
En 1776, la compañía de John fue enviada a Fuerte Washington en Nueva York. En la batalla, John y sus compañeros de artillería tuvieron que usar los pocos cañones que tenían para aguantar al enemigo y Margaret se quedó en el frente, ayudando a cargar los cañones. Cuando John murió por una bala de mosquetón, ella tomo su lugar con gran bravura y empezó a disparar el cañón. Su puntería y destreza fueron alagadas por todos los presentes en la batalla. Por ese motivo, la capitana Molly se convirtió en la primera mujer soldado del ejército americano.
En esa batalla desigual todos lso cañones fueron abatidos quedando el último en silenciarse el de Margaret. Todos la creían muerta pero Margaret, con tres balazos en el cuerpo seguía viva.
Después de la guerra, la Sociedad de Mujeres de Filadelfia quiso dedicar un monumento en honor a Margaret y se hicieron las gestiones necesarias para que viviera los últimos años de su vida en el Regimiento de Inválidos de West Point donde la podrían cuidar. Pasó los días felizmente fumando su pipa y visitando a los soldados.