El pasado lunes día 17, anesthetist en Sevilla, rx Ana Jiménez, clinic de 49 años murió apuñalada presuntamente por su expareja, Richard Genaro Q.C, de 38 años, que ha sido detenido. La mujer tenía 2 hijos y había roto la relación con ese hombre, varias veces, por la agresividad contra ella y su hija y por los problemas de alcohol que presentaba y que ahora muchos vecinos/as corroboran. Sin embargo no había denuncias de ningún tipo.
Una vez más se constata la necesidad de que cualquier persona, vecino, familiar, amigo/a… que tenga noticias de una situación «anormal» de violencia, haga lo posible para que sea denunciada dicha situación, incluso poniéndolo en conocimiento de la autoridad o técnico social que elija. Esas actuaciones pueden salvar vidas, el dato de que sólo media docena de las 30 mujeres asesinadas habían denunciado a sus parejas es sintomático de ello. Demostrado está que en la mayor parte de los casos, no se trata de un “arrebato pasional” o un “pronto” o una “locura momentánea”…, como mucha gente prefiere ver, sino que son situaciones de violencia psíquica e incluso física, que se han mantenido, escondidos o no, durante muchos años.
La denuncia da miedo, claro, pero hoy por hoy es la única forma de poder combatir individual y socialmente esta marea de asesinatos machistas.
Con esta mujer asesinada serían ya 30 las mujeres asesinadas en lo que va de año por sus compañeros o excompañeros (incluidas TRES que el Ministerio de Igualdad no cuenta por haber desaparecido o fallecido en 2009 aunque su cuerpo se encontró este año y una más por ejercer la prostitución y no ser pareja oficial)). Siguiendo la campaña UNA POR UNA esta entrada TRES POR UNA visibiliza una vez más a mujeres de los siglos anteriores al siglo XX, desconocidas por el público en general probablemente por su condición de mujer, pero tan importantes como cualquier premio nobel, varón, de las mismas épocas. No deben caer en el olvido tampoco. Hoy una mujer Rebelde en su época, rebelde siempre, pero que no aparece en posters y camisetas. En este caso este pequeño resumen está sacado de un libro de CARLOS CÉSAR ÁLVAREZ titulado “Mujeres singulares” y que puede adquirirse a un coste reducido en la web en el siguiente enlace: http://ccalvarez.bubok.com/ (podéis ver otro listado en el siguiente enlace)
ALEXANDRA DAVID-NÉEL (París, 1868 – 1969)
La primera mujer occidental en visitar Lhasa, la capital prohibida del Tíbet.
Su nombre completo era Louise Eugénie Alexandrine Marie David. Antes de los veinte años Alexandra ya contaba en su curriculum con un libro de ideología anarquista prologado por Eliseo Reclús, un viaje en bicicleta a España, Italia y Suiza y estudios en la Sociedad Teosófica con Madame Blavatsky. Incluso se dice que Alexandra llegó a ingresar en la masonería.
A los veinticinco viajó a la India y a Túnez, donde estudió el Corán y practicó la religión islámica.
Conoció al ingeniero ferroviario Philippe Néel, con el que contrajo matrimonio en 1904, alcanzando el estatus anhelado por cualquier mujer de su época. Pero Alexandra no era “cualquier mujer” así que siete años después, cuando tenía cuarenta y tres abandonó a su esposo (con el que nunca dejó de mantener correspondencia y considerarle su mejor amigo) y emprendió rumbo a Egipto, y de ahí a Ceilán, India, Sikkim, Nepal y Tíbet.
En 1912, en Kalimpong, se convierte en la primera mujer occidental en ser recibida por el Dalai Lama. Vive durante dos años en el monasterio chino de Kumbum, cerca de Mongolia, estudiando los manuscritos budistas. Los monjes la consideran una hermana y la llaman lámpara de sabiduría.
Alexandra tenía un reto pendiente: en su anterior estancia en Tíbet no pudo llegar a la capital, Lhasa, la ciudad prohibida así que vuelve a intentarlo. En 1921 parte con Yongden (un fiel muchacho tibetano que adoptó finalmente), tres sirvientes y siete mulas. El viaje es peligroso a causa de los bandidos, el durísimo clima y la complicada orografía, con pasos de montaña de 5.000 m de altitud (además tanto los chinos como los tibetanos se dedican a obstaculizar el viaje).. Tras 3 años, disfrazada de mendiga tibetana, con el pelo teñido y el rostro oscurecido con grasa y hollín y con la única compañía ya de su ahijado tibetano Yongden, llega a la ciudad prohibida (todas las vicisitudes de esta expedición las narra en su obra Viaje a Lhasa) donde se queda 2 meses. Vuelve a París, donde sus libros la habían hecho famosa ya y escribe más libros sobre el Tibet y se dedica a dar conferencias sobre ello durante un tiempo.
Finalmente se establece en Digne, en los Alpes franceses, donde sigue escribiendo una abundante producción literaria, siempre alrededor de sus viajes y lo que en ellos descubrió. En 1969, la víspera de su 101 cumpleaños y poco antes de su muerte, Alexandra acude a las oficinas municipales a renovar su pasaporte “porque nunca se sabe”.
En 1973 las cenizas de Alexandra y Yongden fueron arrojadas a las aguas del Ganges. En Digne existe hoy el Centro Cultural Alexandra David-Néel.