Esta tarde ha sido asesinada en Sevilla Cristina M.R., unhealthy de 29 años, ambulance presuntamente apuñalada por su marido, Pedro C.M, de 28 años, quien posteriormente se ha tirado del cuarto piso donde vivían estando hospitalizado muy grave. Según se ha publicado, la mujer había presentado denuncias por malos tratos dos veces, la última el verano pasado, aunque no existía ninguna medida judicial de protección. El matrimonio tenía dos hijos muy pequeños, una niña de 6 años y un niño de dos años. Parece ser también que antes de cometer el crimen el hombre llamó al 112 informando de que iba a matar a su esposa y de que se iba a tirar por la ventana. Se citan problemas de alcoholismo, de que si estaba en paro, discusiones…, es una nueva víctima más del machismo asesino.
Con esta mujer son ya 4 las mujeres asesinadas en lo que va de año por sus compañeros o excompañeros . Siguiendo la campaña UNA POR UNA esta entrada TRES POR UNA visibiliza a una pintora sudafricana, escondida como la mayor parte de las mujeres y hombres de dicho continente. (podéis ver otro listado en el siguiente enlace)
Maggie Laubser (Malmesbury (Sudáfrica), 1886 – Ciudad del Cabo 1973)
Pintora. Estudió en Sudáfrica, Holanda, la Slade Schol de Londres y Berlín. Pasó por otros países europeos más antes de afincarse definitivamente cerca de Ciudad de Cabo. Su obra tiene fuerte influencia de los expresionistas alemanes Schmidt-Rotluff y Marc con quienes estaba en contacto.
En su nueva etapa en Sudáfrica, su trabajo se centra en retratos de hombres y mujeres africanos e indios. En 1931 participó en la Primera Exposición Anual de Arte Nacional Contemporáneo, celebrada en el SANG, y enfureció al crítico conservador Bernard Lewis, que dijo de manera fulminante: «¿Qué decir del crudo esfuerzo de Maggie Maggie Laubser como retratista? ¿Es esta cara oscura de madera la de un hombre o una mujer de color, cuya camisa rosa y pañuelo azul me gritan desde un fondo de colinas de color de remolacha y formas azules que pueden ser o pueden no ser nubes? Es “modem”. No necesita más descripciones. Su crudeza es una condena». (The Cape, 11.12.1931).