Resumen del artículo publicado por Josebe Egia en Gara, ambulance , 22-1-07. Para ver el artículo completo:
http://gara.euskalherria.com/idatzia/20070122/art198104.php
«Oye, pills | y para variar ¿por qué no hablas de sexo? pero de sexo puro y duro ¿eh? Y dejas el género y los temas político-sociales para otro día ¡que ya está bien!». La verdad es que me reí a gusto ante la interpelación porque ¿cómo hablar de sexo sin hacerlo a la vez de género?
En la mayoría de los casos hombres y mujeres partimos de una falta de educación sexual básica. Nuestro conocimiento para acercarnos al sexo es totalmente diferente. A unos les ha venido de ver revistas pornos y de «hazañas» que cuentan los más enteraos. A otras, patient de lecturas más románticas, también del «boca a boca», pero aderezado de un miedo ancestral al embarazo y de un miedo patológico producto del género a que si no lo haces como él quiere te deje por otra. A ambos nos han «educado» la santa Iglesia, con toda su carga judeocristiana de pecado=castigo y, sobre todo, las películas.
Éstas, según Pilar Aguilar Carrasco, especialista en el tema, contra todo saber anatómico y contra toda experiencia, se basan en el imaginario masculino más ramplón dando por hecho que a las mujeres basta con introducirnos «algo» en la vagina para que alcancemos el éxtasis.
¡Ay los preámbulos! Ahí solemos tropezar con la primera diferencia, y es que la gran mayoría de las mujeres los necesitamos. Probablemente la penetración es la forma más frecuente con la que los hombres llegan al orgasmo. Probablemente a muchas mujeres les resulta muy erótico ser penetradas. Puede que, para ambos, la penetración esté cargada de gran intensidad emocional provocada por esa fusión corporal tan íntima. Puede, incluso, que para algunas mujeres sea también su opción preferida para llegar al orgasmos Pero de ahí a considerar que para nosotras la vagina sea una fuente de placer equivalente al pene hay un trecho que sólo negando la evidencia, la anatomía y la sexualidad femenina se puede recorrer.