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ONGI ETORRI

La custodia compartida

Feb 2, 2009

Estos días últimos, rx a raiz de unas entradas sobre la violencia contra los hombres (que también existe), pill se creaba un debate interesante sobre las culpabilidades de la Ley de Igualdad, de la sociedad, de las mujeres, de los hombres….
Una de las opiniones que más veo por estos mundos de la web al hablar del tema es que «La culpa de todo esto la tiene las feministas». Yo diversas veces he puesto, desde este espacio y otros, mis reservas a ciertos aspectos de la Ley y una de las cosas en las que mayor hincapié pongo es en la erradicación total de las denuncias falsas de maltrato. Y soy de los que creo que este tipo de denuncias falsas ha aumentado significativamente desde la puesta ne marcha de la Ley y su desarrollo posterior. Una Ley en la que te consideran culpable hasta que demuestres lo contrario, una Ley que se llama «de Igualdad» y sin embargo utiliza el sexo para discriminar a hombres sobre mujeres…no es una ley de Igualdad sino una chapuza. Y, amigos míos, ¿sabéis que colectivo es el que más está luchando porque se cambien algunos de esos aspectos discriminatorios de la Ley?….pues, los colectivos feministas progresistas. Por supuesto, también las asociaciones de hombres separados…pero he visto muchas webs de ellos y en la mayor parte (y me duele decirlo) más que lucha contra al Ley se dedican a insultar al feminismo en general y a los hombres que apoyamos dicho feminismo.
No hace mucho escribía sobre la pretensión de la Asociación Clara Campoamor de solicitar que se revise la ley penal y se castigue mucho más duramente a aquellas personas que realicen denuncias falsas referidas a los malos tratos a mujeres.
Hoy os traigo este artículo de el Diario de Noticias de Álava donde una mujer, también feminista, vuelve a hablar de ello.
Contra los malos tratos no podemos escondernos, ni echar al culpa a nadie. La única forma de actuar en este y otros muchos ámbitos es trabajando juntos, hombres y mujeres, sin insultar, sin menospreciar, sin avasallar…
Visto en: Diario de Noticias de Álava:
Una separación es el fracaso de un proyecto de vida, un trauma que exige partir de cero a personas adultas cuyas vidas estaban encauzadas, y del que no es fácil salir indemne. Si además hay niños de por medio, se corre el riesgo de que éstos sean utilizados por una de las partes. La Ley del Divorcio del 10 de julio de 2005, sustituta de la primera legislación española al respecto -que se remontaba a los años ochenta- estableció la figura de la custodia compartida para evitar, en la medida de lo posible, que los menores perdieran la referencia de uno de sus progenitores.

Sin embargo, la entrada en vigor de esta solución por las buenas no acaba de arraigar, por varias razones. Muchas mujeres, a raíz del drama de la violencia de género, utilizan denuncias falsas para convertir al padre en presunto delincuente y apartarlo de los niños de forma cautelar, pues la Ley contra la Violencia de Género se lo permite. La Justicia lleva a ambos progenitores a intentar blindar sus derechos económicos y familiares y a entrar en una guerra con víctimas civiles de por medio que un pacto sensato podría evitar.

Así lo explica Àssun Pérez Aicart, presidenta de la Plataforma Feminista por la Custodia Compartida. «Sólo con una denuncia ya puedes apartar al padre de los niños. Hay una auténtica retahíla de denuncias falsas, es algo cotidiano. Yo tengo un montón de amigos inocentes que se han pasado un fin de semana en el calabozo. Hay un momento en que esto va a estallar, porque no se está haciendo nada», afirma.

En la custodia monoparental, el que se marcha se convierte en sufragador de la manutención de sus hijos, pero deja de ser un referente a efectos reales, la figura desaparece para convertirse en visitante ocasional. Si no existe acuerdo, la custodia será para la madre en 8 de cada diez casos. «Vamos a tener una generación de niños súper mimados, manipulados por la madre y mimados por el padre, porque apenas los ve. Tenemos que inculcar a los niños desde pequeños que hombres y mujeres somos iguales. Ahora los hijos de padres separados perciben que el padre les ve un rato y que la madre se ocupa de a qué colegio va, de si hace la comunión o no, o de comprarles la ropa», señala Pérez Aicart.

corresponsabilidad La situación se agrava también desde el punto de vista económico. El cónyuge que abandona el hogar ha de seguir pagando la hipoteca, además de la manutención de los hijos y un nuevo techo bajo el que cobijarse, o bien marcharse a casa de los padres.

La custodia compartida persigue que la responsabilidad en la manutención, el cuidado y educación de los hijos sean compartidas al 50%, de tal manera que el matrimonio no hunda con él a la familia, en la medida de lo posible, y que no se fomente la existencia de mantenedores y mantenidos. Esta circunstancia es más factible en parejas jóvenes, no tan encorsetadas por los viejos roles de cada sexo, y más proclives a divorciarse con una cierta naturalidad , pero en todo caso la figura no acaba de cuajar.

El cambio radical de la nueva legislación parte de la base del acuerdo mutuo, algo que antes no sucedía. «La mujer puede decir que no se lleva bien y ya está, tiene la última palabra por el simple hecho de ser mujer. Es como cuando no podíamos abrir una cuenta en el banco sin el permiso del hombre, ahora hemos hecho lo contrario», señala Pérez Aicart. La portavoz feminista considera «patético que se hable tanto de feminismo y se hagan tantas leyes de paridad y de igualdad cuando en el Derecho de Familia seguimos diciendo que es la madre la que se tiene que quedar con los hijos».

El gran error es considerar que «la mitad de esta sociedad está compuesta por maltratadores. El hombre no es malo por el hecho de ser hombre. ¡Cómo podemos legislar con ese tipo de ideas! Es absurdo y no es cierto», afirma Pérez Aicart, para quien «cada vez hay más padres implicados en la educación de sus hijos. Antes los roles estaban ya definidos, la mujer se quedaba en casa y el hombre trabajaba, pero los hemos conseguido romper».

Sin embargo, a juicio de esta hija de padres separados, existe un error de enfoque al reclamar la custodia compartida, pues sería más interesante poner de relieve las injusticias que supone la monoparental. «En la custodia monoparental hay muchos casos de abuso, el incumplimiento del régimen de visitas se da muchísimo y no se castiga, y la sociedad no lo ve como algo penalizable, cuando hay casos sangrantes», explica la portavoz de la Plataforma, quien considera que la legislación trata a las mujeres como víctimas en lugar de fomentar que sean independientes, «que no dependan de una pensión».

Pérez Aicart es muy crítica con «los colectivos feministas más conservadores, que tienen mucho poder y están en contra de la custodia compartida. Luego hay otro tipo de feministas -continúa-, para mí las de verdad, que están completamente a favor, es como si nos planteáramos si la mujer debe trabajar o no».